Este era el título de una polémica
asignatura, cuyo objetivo era educar para ser “buen ciudadano”. En este
artículo voy a reivindicar la necesidad de más educación para toda la
ciudadanía, en otra perspectiva educativa, más amplia y acorde con los tiempos.
Hagamos un breve análisis de la
situación socioeconómica en España, destacando algunos puntos claves:
- Más de 6 millones de parados. Muchos ellos de larga duración y jóvenes sin experiencia.
- Desigualdad económica (un alto coeficiente Gini) siendo el mayor de la Eurozona.
- Mano de obra poco cualificada proveniente del sector de la construcción, difícilmente reciclable a otros sectores.
- Falta de conocimientos y habilidades en la población adulta.
- Carencias de habilidades directivas y de gestión en la empresa española y los autónomos.
Con esta perspectiva, parece claro que el modelo productivo y la
cualificación educacional no están acordes ni son compatibles. En este sentido,
el consenso de los expertos es amplio.
Como salida de la crisis, muchos
abogan por la necesidad de incrementar
el emprendimiento y la innovación en las empresas, y en toda la sociedad. Yo
estoy de acuerdo con ambas posturas, porque como he indicado en otros posts,
son dos actitudes acordes con los valores hacker de libertad, pasión y creatividad. Pero para
conseguir ese cambio de actitud en la sociedad, primero se debe desear
colectivamente, (es más efectivo tratar de conseguir algo porque se quiere, no
porque se debe). Y para ello no existe ningún driver mejor que la educación, tanto para abrir nuevos
horizontes en las mentes, como para adquirir la capacitación necesaria modificar
el comportamiento de la sociedad.
Es unánime que la educación de
nuestros niños y jóvenes debe mejorarse. Y eso debe realizarse a través de una
ley de educación dónde se escuche a los expertos, y se incorporen las mejores
prácticas de otros países con éxito probado. Pero olvídense de LOGSES y LOMCES…
En el mundo actual, de cambios vertiginosos y con una sociedad de millones de
excluidos laborales, la educación debe ser continua y de acuerdo a la que el
ciudadano demande durante toda la vida. ¡¡La educación debe ser para la
ciudadanía!!. Las personas tenemos derecho a reinventarnos si lo deseamos, sin
estar sometidos y encasillados en una vida que no nos apasiona. Por eso, desde
las instituciones deben facilitarse los medios para que todos podamos
conseguirlo, en función de nuestras capacidades.
Además de la formación de base, hay
que incrementar y mejorar otros dos aspectos educativos:
- La formación profesional.
- La educación de adultos.
La formación profesional.
Y me refiero aquí a la formación
durante y para el ejercicio de una profesión, no a los planes educativos. Las
políticas de formación profesional están ejecutadas por la Fundación
Tripartita para la Formación en el Empleo. Esto hace, que los
cursos y objetivos educacionales sean marcados por sindicatos y empresarios, pero
en contadas ocasiones se cuenta con el trabajador, sus intereses y/o
necesidades. Así han surgido distintos
escándalos de desvío
de fondos y contratación de “amiguetes”
para realizar la formación en las empresas. El fracaso de dichas políticas es
evidente ante la situación de
descompensación entre las necesidades laborales y las capacidades
adquiridas por los trabajadores.
Para mejorar la
situación se deberían tener en cuenta
los siguientes aspectos:
- La implicación de los ciudadanos en la definición de los programas. Son las personas quienes deben adquirir los conocimientos, y por tanto los que mejor conocen sus propias necesidades.
- El balance de la oferta formativa entre las necesidades empresariales y las perspectivas de evolución del modelo productivo. Es decir, se debe ofertar para cubrir necesidades actuales y futuras.
- La implicación de expertos de distintas áreas para la creación de una formación profesional multidisciplinar.
- El incremento de formación en conocimientos de gestión y habilidades directivas. Porque el cambio de modelo productivo y un aumento del emprendimiento requiere de conocimientos (planificación, contabilidad, marketing,…) y de habilidades (gestión del riesgo, de equipos humanos,…), que van más allá de las capacidades técnicas.
- Ligar la formación a desempleados con periodos de formación en empresas, adecuadamente remunerados.
- Dotar a los trabajadores de un fondo propio de formación (tanto con dotación económica como temporal en horas/año) para su libre disposición, de forma que la utilicen según sus necesidades e intereses.
Fondos dedicados a Formación profesional para empleo en 2012
La educación de adultos.
Pero la educación de los ciudadanos no
puede quedarse en el ámbito puramente profesional. Primero, porque una sociedad
sana debe ser una sociedad educada y con criterio, lo que conlleva un continuo
aprendizaje. Las tecnologías y los cambios vertiginosos de la sociedad obligan
a un continuo reciclaje, a una reinvención de formas de ver y actuar ante el
mundo. La era de la información ha dejado aparcados a muchas personas, que no
han adquirido ni siquiera el rango de “inmigrantes digital”. Pero además, muchos ciudadanos no han
recibido la adecuada formación en su etapa
formal, ni esta estaba orientada a la interactuación con la sociedad. ¡¡A
cuantos nos hubiese facilitado la vida un reciclaje en Derecho o Economía para
hablar con Bancos, con la Administración o para hacer la declaración del
IRPF!!. Incluso aunque algunas de estas capacidades formasen parte de los
planes de formación, deberíamos tener mecanismos para adaptarnos a nuevos
cambios.
Pero además, la ciudadanía debería
tener la facilidad de ampliar sus conocimientos, de reinventarse, de emprender
nuevos caminos que le permitan vislumbrar un horizonte distinto. Eso es lo que
permite evolucionar a la sociedad y un progreso real de sus ciudadanos. Solo la
riqueza espiritual que aporta una educación total, puede abrir paso a nuevas
formas de riqueza material, socialmente equitativa y sostenible.
Por todo ello, reivindico una
educación integral, continuada, y de fácil acceso por parte del ciudadano. Es
decir, más que educación, necesitamos un acceso libre al conocimiento,
demandado de abajo hacia arriba, desde el ciudadano al Estado y no al
contrario. Porque sólo así nos
libraremos de viejos esquemas mentales y seremos capaces de encontrar soluciones
a los nuevos retos que se avecinan.
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