Presentación

Quiero compartir mis reflexiones e ideas sobre el futuro de la sociedad


martes, 28 de mayo de 2013

El consenso operativo


En los últimos tiempos se ha vuelto a hablar y debatir sobre la necesidad de consenso para superar la crisis. La sociedad parece que está deseando el acuerdo sobre la dirección que tomar hacía nuestro futuro. Por eso, es necesario revisar este concepto.

Según la Real Academia de la lengua Española, consenso es el “Acuerdo producido por consentimiento entre todos los miembros de un grupo o entre varios grupos”. Para Wikipedia, “Una decisión por consenso, no obstante, no implica un consentimiento activo de cada uno, sino más bien una aceptación en el sentido de no-negación”.

Este concepto, popularizado y mitificado en la Transición española, también cuenta con profundos detractores, como D. Antonio Garcia-Trevijano, que considera “el consenso es un valor negativo, no puede haber ni ciertas dosis, ni mínimas, ni máximas. El consenso es contrario a la libertad y, justamente, donde hay consenso, no hay libertad.”, y también que “El consenso no es más que ideología conservadora, favorable a los gobiernos en plaza, para que ni siquiera haya simulacro de oposición parlamentaria.”

He de decir, que estoy de acuerdo con el fundamento de estas afirmaciones, pero no con su valor pragmático. Por una parte, el consenso como fin último es contrario a la libertad, pues supondría supeditar los valores fundamentales a un supuesto fin superior. Máxime, si esta búsqueda requiere acallar conciencias y ponerse al servicio de un sistema establecido. Además, el consenso no es intrínsecamente positivo, y puede ser orientado a apoyar posturas indeseables o corruptas.

No obstante, la política como ciencia social, solo es perfecta en un planteamiento teórico y por tanto utópico. Cualquier aproximación científica se dará de bruces con la realidad, que depende de unas circunstancias ambientales, (Políticas, sociales, económicas y tecnológicas, PEST) y de las expectativas o creencias de los individuos que forman y mueven la sociedad en un momento concreto. Como ya indicaba en mi post “Competencia vs Colaboración”,  la colaboración es una característica consustancial con la naturaleza humana, que ha permitido la evolución hasta lo que hoy somos. Colaborar supone trabajar en cooperación para alcanzar objetivos compartidos. Sin la colaboración el progreso es inalcanzable, y nos veríamos inmersos en una rueda de creación/destrucción según quien detente el poder.

Un ejemplo práctico los estamos viviendo con la actual ley de educación (la LOMCE), que resulta ser la quinta ley desde el año 1985. La oposición ya está amenazando con una nueva reforma si alcanza el poder.  El fracaso de todas estas leyes, no sólo está en los resultados, sino en la propia gestación de las mismas, que ha sido incapaz de aislarlas de las ideologías en búsqueda del objetivo común y a largo plazo de la sociedad, es decir aumentar el nivel educativo de los individuos. Un proyecto educativo, requiere de cierta estabilidad durante al menos una generación para  conseguir éxitos notables.

Es decir, es preciso una colaboración o consenso operativo para ejecutar de forma exitosa un proyecto. En técnicas de negociación se denomina buscar la ZOPA (ZOna de Posible Acuerdo), en la cual, ambas partes pueden acordar un abanico de actuación sin comprometer sus principios. No olvidemos, que la adaptación es también una característica de la naturaleza humana necesaria para la evolución y con ello el progreso.  Nadie puede considerarse en la verdad absoluta del “camino recto”, pues como ya he indicado, la ciencia social no es una ciencia exacta, y el objetivo marcado puede ser obtenido por distintas vías válidas.

Los demócratas tenemos hoy día un reto notable: implantar una democracia real, viable y sostenible. Ello implica desmantelar la partitocracia imperante, que se ha constituido en una oligarquía de espaldas al pueblo. Hay distintas iniciativas, partidos políticos fuera del sistema y asociaciones volcados en llevar adelante su modelo. Ante tal confusión, unos abogan por la abstención u otros planteamientos estratégicos. Varios de ellos podrían ser viables. Pero tanto su establecimiento como su sostenibilidad deberán pasar por un consenso operativo, en el cual,  sin coartar los principios de la democracia, seamos capaces de planificar en relación a lo que nos une y no sobre lo que nos separa. Nos jugamos el futuro de la democracia. Es necesario definir los objetivos de la democracia formal, entre los que abogamos por la participación de individuo en su futuro. El detalle operativo, aun siendo importante, no tiene una solución única, exacta ni matemática. 

Desde aquí llamo a la unidad de acción. A despojar de ideología el objetivo democrático. Habrá tiempo de defender cualquier postura cuando el pueblo pueda decidir y existan la “infraestructuras” democráticas para llevarlas a cabo. Hoy es una lucha por el modelo de sistema. Es nuestra decisión: oligarquía o democracia.. poder establecido o consenso operativo.

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