Yo odio que me etiqueten.
Estamos en el siglo XXI y todavía las personas y los partidos se colocan marcas
como derecha e izquierda, liberal o comunista.
Lo más chocante, es que con un cinismo proverbial, los partidos de
izquierda aplican políticas conservadoras,
o viceversa.
Para empezar, estas
distinciones nacen y crecen en los siglos XVIII y XIX. Obviamente, han
evolucionado, pero son conceptos decimonónicos…, antiguos. Parten de una
división de la sociedad en grupos disjuntos y en conflicto. Pero además, en un
mundo cerrado y desconectado.
En otro orden está la
visión que cada persona tenga de la sociedad. Una persona puede sentirse más
identificado con los valores sociales (que se asocian a la izquierda) que con
los individuales (más cercanos al liberalismo). Pero entre medio hay una
infinidad de grises. No creo que hoy día existan muchos conservadores que no
estén a favor del progreso. O pienso que
es difícil encontrar alguien de izquierdas que abogue por la total eliminación
del derecho de propiedad; ni siquiera en China es así.
Los humanos somos seres
complejos, con distintas dimensiones vitales. Somos seres individuales, que nos
hemos adaptado a sobrevivir. Teorías como “el gen egoísta” explican que "Somos máquinas de supervivencia,
autómatas programados a ciegas con el fin de perpetuar la existencia de los
egoístas genes que albergamos en nuestras células." Desde este punto de
vista, el humano tendería a pensar en su propio beneficio. Pero diversos evolucionistas
sostienen que el éxito del homo sapiens como especie se ha basado en su
componente social. La capacidad de anteponer el grupo al bien individual, el
altruismo, ha permitido el despliegue y el progreso de la sociedad. Existen hoy
diversos estudios que demuestras como la colaboración es más fructífera que la
competencia en ambientes como el empresarial.
En definitiva, las
personas nos debatimos entre lo individual y lo social, dependiendo del asunto
que tratemos. Nadie es del todo blanco o
del todo negro. Los programas políticos, ambiguos e inalcanzables deberán dejar
paso a proyectos concretos, estructurados y con objetivos definidos alejados de
ideologías preconcebidas.
Los partidos, organizaciones,
y en general la sociedad debe acostumbrarse a vivir en esta gama de
grises. El dogmatismo no tiene futuro.
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