Presentación

Quiero compartir mis reflexiones e ideas sobre el futuro de la sociedad


viernes, 26 de abril de 2013

Soberana Merkel


Esta semana, Angela Merkel ha declarado que los países de la Eurozona deben estar dispuestos para perder parte de su soberanía a favor de las instituciones europeas si realmente se quiere superar su crisis de deuda que asola Europa.

A cualquier europeísta bien pensante, esto no debería sorprenderle, y mucho menos escandalizarle. Es lógico que si deseamos una Europa fuerte  para mejorar el bienestar común de sus ciudadanos, debamos converger en un modelo fiscal y conseguir un Banco Central Europeo que realmente tenga capacidad de maniobra sobre el Euro. También debemos tener unos niveles coherentes de cobertura social, educación y sanidad.  No son reivindicaciones nuevas del europeísmo.

Lo que sorprende de las actuales declaraciones es el tono, la actitud con que se difunden (o al menos con la que se transmiten al sur de Europa). Aparecen visos de amenaza, querencias imperialistas y en definitiva cierta prepotencia del poderoso. ¡La emperatriz ha hablado!. Obedezcan o aténganse a las consecuencias. ¡Ya vieron a Grecia, y miren ahora a Chipre!.

Todo ello, me lleva reflexionar sobre el futuro político de España en la UE. En España se están produciendo continuos movimientos a favor de la democracia de los ciudadanos. Existe un clamor exigiendo que los políticos acepten las peticiones ciudadanas. Casos como la ILP contra los desahucios, o los partidos que abogan por la democracia directa, tarde o temprano obtendrán resultados tangibles y un poder efectivo. Incluso los actuales partidos deberán aceptar las iniciativas populares o caminar hacia su desaparición. ¿Cómo afectará este cambio estructural a nuestra relación con Europa?. Si el ciudadano español delega autoridad, ¿cómo afectará la lucha por la democracia directa?. Sería lamentable que una vez conseguido un triunfo a nivel estatal, las expectativas se vean frustradas por lobbies y partidos europeos, cuya prepotencia se imponga al ciudadano español. Es significativo que los países europeos que han conseguido mayor presencia ciudadana en las instituciones (Islandia y Suiza), están fuera de la Unión. Para solventar este problema, solo soy capaz de vislumbrar dos soluciones. Por una parte, seguir en el “Club” manteniendo el máximo grado de autonomía, y “evangelizando” a Europa el pro de un democracia real. Otra postura sería salir de la UE y mantener la independencia de criterios. Esta solución, además de drástica puede generar consecuencias muy indeseables para el país, y difícilmente sería aceptable por la ciudadanía.

Todos somos conscientes, que en un mundo global e interrelacionado, nuestra capacidad de acción está  limitada. Si los chinos estornudan, podemos resfriarnos. Pero otro caso es la representatividad que deseemos delegar en la UE o cualquier otro macro-organismo. La exigencia de transparencia y control sobre dichas instituciones, es decir, la salvaguarda de ciertos valores de la ética hacker, debe ser un requisito mandatorio. Desconozco si existen acuerdos entre los países miembros para el aseguramiento de actitudes éticas. Pero parece que es más importante no superar una tasa de déficit que ser transparente a la hora de aportar información sobre la contabilidad o los gastos de los Eurodiputados. Los valores aceptados por los ciudadanos deben ser el basamento de toda comunidad. También de la UE.

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