Los políticos no
hacen política, porque no tienen el poder. En nuestra sociedad
tardo_capitalista quien detenta el poder son las corporaciones, financieras,
industriales o de servicios. Las empresas son el núcleo de la sociedad, las que
crean riqueza o pobreza en la sociedad, y quienes mueven los fantasmagóricos
mercados. Pero las empresas no son entes democráticos y su objetivo no es
incrementar el bien común de la sociedad. La famosa película “The corporation” las califica incluso de organizaciones psicópatas. Las corporaciones dominan la política pero
también los mass-media y la economía real.
Varios autores
consideran que el sistema capitalista ha perdido sus valores originales
quedando imposibilitado para aportar soluciones a largo plazo para la sociedad
humana. Galbraith en su libro “La economía del fraude inocente” indica que el sistema capitalista ha incurrido en una serie de
“fraudes” que dejan detrás un rastro de
incoherencia respecto a sus principios fundadores. El principal, es el robo
que la “dirección corporativa” realiza
de las empresas, detentando un poder que
corresponde al verdadero dueño (el
accionista). Ello hace que la corporación funcione como “burocracia”
donde el burócrata (gestor) establece
las reglas.
Pero no
olvidemos, que las empresas son los verdaderos creadores de riqueza. Por ello,
es preciso que las empresas sigan funcionando y obtengan una rentabilidad
adecuada con la que remunerar a sus integrantes y aportar valor a la sociedad.
Los ciudadanos a
través, de su conexión en red, han sido capaces de modificar el comportamiento
de empresas, como el boicot a anunciantes en Tele 5, o las presiones de
Greenpeace a Zara. Al final, las
empresas son entes cobardes que pliegan sus actuaciones antes una percepción de
riesgo en su cuenta de resultados. Los ciudadanos debemos exigir un modelo
empresarial que sea sostenible y acorde a los valores sociales, así como
condenar al ostracismo a aquellas que no lo cumplan.
Así pues, para
cambiar el modelo de sociedad es
imprescindible que modifiquemos el modelo empresarial que sea coherente con los
valores de los ciudadanos. Otros modelos son posibles dentro del sistema. En mi
libro “La corporación hacker” planteo una empresa basada en la colaboración, democrática y coherente
con los valores de una sociedad en red.
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